sábado, 13 de agosto de 2016

Pudo ser cualquiera, pero eras tú...

Te regalé un cactus, porque sabía lo mucho que te gustaban. Lo llamamos 'Gatiko, el cactus más bello del ejido'. Aún recuerdo perfectamente la envoltura y tu impaciencia por descubrir lo que había dentro.

Confieso que te extrañé la primera vez que fui a la cineteca y no fue contigo, secretamente te busqué en cada rincón, nos imaginé tirados en el pasto haciéndonos cosquillas...

Por mucho tiempo se me hacia un nudo en la garganta cada vez que trataba de hablar del eurojazz... Pero poco a poco te fui arrancando a pedacitos y dejé de asociarte con fechas, lugares, canciones, fotografías...

Hace algunos días que terminé de leer el libro de Murakami... lo dejé en el escritorio un par de meses, a veces intentaba leerlo pero creía no tenía sentido sino lo leía para ti.

Solo quería decirte que no me molesta más que te sigas alimentando de mi, que no tengo ninguna intención de vengarme, que seguramente encontrarás a alguien que te quiera más que yo, que no hay nada que perdonar o agradecer... pasamos y eso me basta.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Una despedida más, una despedida menos...

Lo vi, 

revise si mi respiración se agitaba o el mundo se detenía, 

me devolvió el disco de Placebo, 

y se despidió de mi con un fuerte abrazo que no correspondí, 

me invitó a una fiesta a la que no asistiré, 

borré número, mensajes, llamadas en el camino a casa.


No más sándwiches de mermelada a media noche, no mas clases de guitarra... 

martes, 20 de octubre de 2015

Instantes

Y si no hubiese ido a esa reunión, 
si nunca hubiese respondido aquel mensaje, 
si te hubiese dejado esperando en aquella estación, 
si nunca te hubiese invitado a la orquesta...


Sin duda me hubiese ahorrado algunas lágrimas, 
un puñado de incertidumbre, 
noches enteras de insomnio...


Pero también me hubiese perdido de tantas risas compartidas, 
de la adrenalina de escalar a la cima del Cenart, 
de tus besos raros que se han vuelto mis favoritos, 
de las peleas de cosquillas, 
de aquel paseo en bicicleta, 
de tantos naufragios por las calles de la ciudad... 




Me hubiese perdido de ti, 
de tenerte un instante en mi vida.

Camisa roja de cuadros y otras drogas...




Me gusta su voz ronca, 
su suéter de pordiosero, 
su manera despreocupada de caminar,  
su falta de tacto para decir las cosas. 







Me gusta cuando se pone serio y habla sin parar, 
su talento para robarse pedacitos de tiempo,  
cuando dice: 'te quiero', 
que no cierre los ojos mientras me besa,  
su risa contagiosa,  
sus manos en mi cintura.